Una pareja de latinos viven confinados en Shanghai, tienen medidas extremas, debido a Ómicron.

Se trata de Lucila y Salvador, procedentes de Argentina y tienen seis años viviendo en Shanghai.

“Llegaron, sellaron nuestras puertas con una banda magnética, desde hace una semana no podemos salir al pasillo, ni al balcón, ni recibir comida, ni sacar la basura, los desechos se acumulan en la cocina, apilados en bolsas amarillas“, declararon. Además indicaron que antes de las seis de la tarde, deben enviar una foto a la conserje con sus últimas pruebas de covid.

El martes 26 de abril, después de más de tres semanas de cuarentena, uno de ellos, Lucila, dio positivo en un test de antígenos. Las pruebas, son reportadas al comité del barrio “esa unidad conformada por delegados vecinales y representantes del gobernante Partido Comunista”, son los encargados de desplegar el cerco sanitario.

Esa mañana, cuando vieron las dos rayas rojas que aparecían en la banda de plástico, entraron en pánico, ya que sabían que se venían días complicados.

La primera llamada que realizaton fue al consulado argentino. Los únicos que, tal vez, podrían ayudarlos a evitar los centros de aislamiento.

Los Fangcang (hospitales o refugios móviles), fueron creados en 2020 para tratar a pacientes que sufrían los efectos del coronavirus, sin embargo, con la aparición de la variante ómicron, volvieron a montarse. Esta vez para aislar a los asintomáticos o quienes mostraran síntomas leves. Es decir, a personas que no requieren tratamientos.

La realidad es que la capital de China enfrenta el mayor brote de coronavirus registrado en en el país desde enero de 2020, cuando empezó la pandemia. Según las cifras oficiales, más del 90% de los casos es asintomático.

Para el 8 de mayo, se reportaron 80 personas hospitalizadas en estado crítico y otras 415 con síntomas graves, de acuerdo con el “Shanghái Fabu”, el boletín oficial de la municipalidad.

De los 27 millones de habitantes que tiene la ciudad, en lo que va del año se contabilizaron 536 muertes por covid, con un promedio de 78,9 años de edad. La mayoría sin vacunas y con enfermedades subyacentes.