Nuevos ministros de la SCJN reciben bastones de mando en ceremonia en Cuicuilco.
En la zona arqueológica de Cuicuilco se realizó una ceremonia que se realizaba para la consagración de los bastones de mando y servicio, de los nuevos integrantes de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. El acto fue encabezado por Hugo Aguilar Ortiz, presidente electo de la Corte, acompañado de ministros y representantes de comunidades indígenas de Oaxaca y San Juan Chamula, Chiapas.
El evento comenzó alrededor de las cinco de la mañana y concluyó poco después de las siete. Incluyó ofrendas, rituales de purificación y el levantamiento de manos hacia la pirámide de Cuicuilco como símbolo de conexión espiritual. Los bastones de mando representan confianza, autoridad y la obligación de ejercer justicia con diálogo y consenso. La ceremonia se realizó de manera privada, con acceso restringido a familiares de los ministros y a representantes de pueblos originarios, mientras un operativo de seguridad resguardaba la zona.
Durante el encuentro, María Antonieta Hernández Carmona, representante del Estado de México, señaló que la entrega de los bastones debe interpretarse como un compromiso real de la nueva Corte hacia las comunidades indígenas. Entre las demandas expresadas estuvieron la protección del agua, la regulación del fracking, el cuidado de ríos y bosques y la oposición a concesiones indiscriminadas de tierras.
El acto también generó críticas. Felipe Ignacio Echenique March, del INAH, manifestó su rechazo al uso de un sitio arqueológico con fines ceremoniales, argumentando que no todos los pueblos indígenas comparten esa práctica y calificando el hecho como una simulación y un agravio al patrimonio nacional.
En su mensaje, Aguilar Ortiz aseguró que la nueva Corte será diferente y que actuará no bajo la influencia del poder o del dinero, sino en servicio al pueblo. Asimismo, informó que el ministro Arístides Rodrigo Guerrero García no pudo asistir por motivos de salud, mientras que otras dos ministras se ausentaron por razones personales.
La ceremonia representa un punto simbólico para la Suprema Corte de Justicia de la Nación, marcando un guiño a la identidad indígena y al compromiso con la justicia social y ambiental. Sin embargo, la tensión con comunidades y especialistas culturales revela los retos que aún enfrenta la institucionalidad para conciliar tradición, legalidad y pluralidad.
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