El Sol lanza fuertes llamaradas que podrían afectar las telecomunicaciones en la Tierra
El Sol ha vuelto a hacer noticia. El pasado 14 de mayo, una potente explosión solar fue registrada por el Observatorio de Dinámica Solar de la NASA. Se trata de una llamarada de clase X2.7, la más fuerte detectada en lo que va de 2025 y parte del tipo más extremo dentro de la escala que clasifica estos eventos.
Según especialistas, esta erupción no es un hecho aislado, sino una señal de que podrían venir más fenómenos similares que alteren el llamado “clima espacial”. Esto incluye desde apagones en sistemas de radio hasta posibles fallas en servicios de navegación satelital y telecomunicaciones.
La Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA, por sus siglas en inglés) confirmó que esta llamarada vino acompañada de la expulsión de material solar desde una zona activa del Sol conocida como región 4087. Además, emitieron una alerta de tormenta geomagnética de nivel G3, lo que indica una perturbación considerada “fuerte”, aunque aún lejos del nivel máximo de la escala, que es G5.
Al poco tiempo del estallido, algunos países del Medio Oriente experimentaron interrupciones en señales de radio. Mientras tanto, se observaron auroras boreales en lugares poco comunes para este tipo de fenómenos, debido a la intensidad del viento solar. Algo similar ocurrió en mayo de 2024, cuando una erupción aún más poderosa provocó que las luces del norte llegaran incluso hasta México y España.
Este tipo de actividad sucede porque el Sol atraviesa un periodo de máxima intensidad dentro de su ciclo natural de 11 años. Durante esta etapa, las manchas solares —zonas más oscuras y frías del Sol— suelen provocar explosiones magnéticas. Estas explosiones, además de liberar energía, arrojan partículas cargadas al espacio a gran velocidad. Si alguna de estas nubes de plasma llega a la Tierra, puede interferir con la atmósfera superior y provocar tormentas geomagnéticas.
Estas tormentas, aunque visualmente impresionantes por las auroras que generan, pueden traer consecuencias más serias. Entre ellas, daños a satélites, interrupciones en sistemas de navegación y, en casos extremos, afectaciones en redes eléctricas.
Por ahora, las condiciones del clima espacial se han estabilizado, según la NOAA. Sin embargo, los astrónomos observan con atención nuevas regiones activas en el lado oculto del Sol. Si alguna de estas áreas gira y queda frente a la Tierra, podría generar nuevas llamaradas con impactos similares o incluso mayores.
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