París despide los Juegos Olímpicos con un legado que pasará a la historia del deporte

París ha cerrado los Juegos Olímpicos con un espectáculo inolvidable que reflejó la energía y el espíritu de la ciudad. La ceremonia de clausura fue un verdadero festín visual: bomberos franceses realizando acrobacias, un músico tocando un piano suspendido en el aire, y atletas olímpicos desbordando el escenario mientras la banda francesa Phoenix hacía vibrar a la multitud con su música. En un momento sorprendente, el actor Tom Cruise descendió desde el tejado del estadio, al estilo de sus películas, para llevarse la bandera olímpica rumbo a Los Ángeles, donde se celebrarán los Juegos en 2028.

Tony Estanguet, presidente del comité organizador, destacó la emoción única que estos Juegos han dejado en la memoria de los franceses: “Hemos vivido los Juegos como nunca antes. Entre los récords batidos, se encuentra también el de propuestas de matrimonio”, comentó con una sonrisa.

Con el fin de los Juegos, muchos en París se resisten a dejar atrás la magia de este evento, que no solo trajo consigo la adrenalina y la emoción del deporte, sino también una sensación de unión y celebración que dejó a la ciudad en una especie de limbo, como si el tiempo se hubiera detenido durante esos días.

Más allá del espectáculo, los Juegos Olímpicos de París prometieron ser mucho más que una fiesta de 17 días. La ciudad se comprometió a organizar unos Juegos ecológicos, con un bajo presupuesto y que dejarían un impacto positivo duradero, especialmente en las áreas más desfavorecidas, como Sena-Saint-Denis, que fue sede de numerosos eventos y de la villa olímpica.

El legado de estos Juegos está aún por definirse, pero ya se han visto mejoras notables. El proyecto más emblemático fue la limpieza del río Sena, un desafío que muchos consideraban imposible. Gracias a una inversión de 1500 millones de dólares, el río, que durante años fue visto como una cloaca, se ha transformado en un espacio donde ya se han realizado pruebas olímpicas de natación, aunque no sin algunos contratiempos. A pesar de ello, las autoridades han asegurado que el agua es segura y que pronto se abrirán áreas públicas para nadar no solo en París, sino también en otras partes del país.

Además, el compromiso de París con el medio ambiente se reflejó en la reducción de emisiones de carbono y el uso de plásticos. Las sedes olímpicas estuvieron conectadas a la red eléctrica nacional, evitando el uso de generadores diésel, y se crearon 160 kilómetros de carriles para bicicletas que permanecerán en la ciudad.

Uno de los dos únicos edificios deportivos permanentes construidos para los Juegos, un centro acuático, abrirá el próximo año como centro comunitario. También se han renovado estadios, piscinas y se han abierto nuevas estaciones de metro, lo que ha mejorado la vida de los residentes y ha cambiado la cara de barrios enteros.

Sena-Saint-Denis, que fue sede de muchos de estos cambios, se llenó de entusiasmo durante los Juegos. Los residentes notaron calles más limpias, mayor seguridad y una sensación de orgullo que muchos no habían sentido antes. A medida que los atletas se despiden y los turistas regresan a casa, la pregunta que queda es: ¿qué queda después de los Juegos?

Para muchos, la respuesta es optimismo. París no solo ha organizado unos Juegos memorables, sino que ha sentado las bases para un futuro más verde, más seguro y más unido.