Miles de personas se podrán despedir del papa Francisco en la Basílica de San Pedro

El cuerpo del papa Francisco fue colocado este miércoles en la Basílica de San Pedro, donde permanecerá tres días para que los fieles puedan despedirse antes de su funeral, que se celebrará el sábado a las 10:00 de la mañana (hora local) en la plaza frente a la basílica.

Francisco falleció el lunes de Pascua a los 88 años, debido a un derrame cerebral y problemas cardíacos, según informó el Vaticano. Pasó sus últimos momentos en la residencia Casa Santa Marta, donde vivió durante su papado.

Ese mismo miércoles, su cuerpo fue trasladado en una procesión solemne desde la capilla de la Casa Santa Marta hasta la basílica, donde fue colocado en el “Altar de la Confesión”, justo sobre la tumba de San Pedro. A diferencia de la antigua tradición que incluía tres ataúdes, el papa Francisco decidió simplificar su funeral y yace en un ataúd de madera abierto.

El cardenal Kevin Joseph Farrell, quien organiza el funeral y el futuro cónclave, dirigió tanto una ceremonia privada como el primer servicio en la basílica, donde se leyó el Evangelio y se rezaron oraciones como el Salmo 22 y la “Salve Regina”. Durante el acto, los cardenales se acercaron en parejas para rendir homenaje al pontífice.

Desde las 11:00 de la mañana (hora local), el público puede entrar a la basílica para despedirse. Estará abierta hasta la medianoche del miércoles, y el jueves de 7:00 a. m. a medianoche. El viernes, se podrá visitar hasta las 7:00 p. m.

Se espera que miles de personas asistan al funeral del sábado, entre ellos líderes mundiales como Donald Trump, Emmanuel Macron, Keir Starmer, Olaf Scholz y Volodímir Zelenski. El evento se realizará al aire libre, como ha sido tradición en funerales papales anteriores.

Francisco fue visto por última vez en público el Domingo de Pascua, saludando a los fieles desde la basílica, a pesar de sus problemas de salud, entre ellos hipertensión, diabetes tipo 2 y un episodio reciente de insuficiencia respiratoria. Su muerte ocurrió justo después del día más importante del calendario cristiano, cuando se celebra la resurrección de Jesús.