Trump pide a Ucrania ceder territorio a Rusia durante reunión con Zelensky

Durante un almuerzo de trabajo en la Casa Blanca, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y su homólogo ucraniano, Volodymyr Zelensky, sostuvieron una reunión marcada por diferencias sobre cómo poner fin a la guerra entre Rusia y Ucrania, informaron funcionarios europeos.

Según estas fuentes, Trump insistió en que Ucrania debía hacer concesiones territoriales a Rusia como parte de un posible acuerdo de paz. El líder estadounidense planteó la idea de congelar las líneas de batalla actuales, posición que representó un cambio respecto a declaraciones previas, en las que afirmó que Ucrania podría recuperar todo su territorio.

El encuentro fue descrito como tenso por algunas fuentes, aunque un funcionario ucraniano aseguró que la conversación fue “constructiva” y sin gritos. Pese a las diferencias, Zelensky respaldó públicamente la idea de un alto el fuego a lo largo de la línea de frente actual.

La reunión ocurrió un día después de una llamada telefónica entre Trump y el presidente ruso, Vladimir Putin. De acuerdo con los informes, Putin propuso que Ucrania cediera la región de Donbás a cambio de partes de Jersón y Zaporiyia controladas por Rusia. Aunque la propuesta fue considerada más limitada que planes anteriores, implicaría una pérdida significativa de territorio para Ucrania.

Trump negó haber pedido la entrega total de Donbás y declaró que su prioridad es detener la guerra cuanto antes. “Deberían detenerse ahora mismo en las líneas de batalla… Váyanse a casa, dejen de matar gente y terminen”, dijo en declaraciones a periodistas durante el fin de semana.

Zelensky, por su parte, informó a líderes europeos sobre el encuentro y expresó preocupación por la postura estadounidense. Aun así, afirmó que la conversación con Trump “realmente puede ayudar a acercar el fin de esta guerra”.

Trump ha reiterado que poner fin al conflicto en Ucrania es una de sus prioridades, luego de haber mediado en un cese del fuego entre Israel y Hamas. Según funcionarios estadounidenses, su posición se basa en las “realidades del conflicto” y en la necesidad de evitar más muertes y destrucción.