Ucrania sufre nuevos bombardeos y ataques rusos

Según funcionarios y medios de comunicación ucranianos, en la mañana del jueves, Rusia llevó a cabo una intensa ola de misiles contra ciudades de toda Ucrania, centrándose en instalaciones de infraestructura energética.

Tras el primer ataque de este tipo en varias semanas, las sirenas de ataque aéreo se activaron en todo el país.

El bombardeo de la noche y la madrugada del jueves, que incluyó 81 misiles de diferentes tipos y drones fabricados en Irán, envió un mensaje claro desde Moscú de que Rusia no se dejaría intimidar por la presión internacional para abandonar sus objetivos de guerra, que incluyen la anexión ilegal de al menos cuatro regiones en el sureste de Ucrania.

El gobernador de Járkiv, Oleh Syniehubov, reportó más de 15 proyectiles hacia esa ciudad, la segunda más grande del país, y declaró en la aplicación de mensajes Telegram que “los objetos de infraestructura vital son nuevamente el enfoque de los ocupantes”.

El gobernador de la región de Odesa, Maksym Marchenko, también reportó ataques en esa región, diciendo que los misiles impactaron en instalaciones energéticas y edificios residenciales. Además, hubo explosiones en ciudades como Dniéper, Lutsk y Rivne.

El Ministerio de Defensa de Rusia admitió que el bombardeo aéreo fue una represalia por la reciente incursión ucraniana en la región fronteriza rusa de Briansk. Según Konashénkov, se empleó armamento de precisión de largo alcance disparado desde el aire, con el que se golpeó la infraestructura e industria militares, así como la red energética civil.

Por su parte, Mykhailo Podolyak, asesor del jefe de la Oficina del Presidente ucraniano, negó cualquier implicación de Kiev en el supuesto sabotaje ocurrido en la localidad rusa de Briansk y tachó las acusaciones de “provocación deliberada”.

Los misiles hipersónicos Kinzhal que Rusia utilizó el jueves fueron disparados por primera vez en Ucrania en marzo pasado y se han utilizado varias veces desde entonces, con funcionarios ucranianos señalando que sus defensas aéreas son impotentes para detenerlos.

El presidente ruso, Vladimir Putin, presumió en 2018 que los misiles viajan a 10 veces la velocidad del sonido. En marzo pasado, el presidente Biden dijo que los misiles eran “casi imposibles de detener”.