Reino Unido se prepara para una posible guerra con gran inversión militar

El primer ministro del Reino Unido, Keir Starmer, anunció una profunda transformación en la estrategia de defensa del país. En un discurso desde un astillero en Glasgow, Starmer advirtió que el mundo enfrenta una amenaza más grave e impredecible que en cualquier otro momento desde la Guerra Fría, y que el Reino Unido debe estar listo para responder.

Entre los cambios más destacados está la construcción de hasta 12 nuevos submarinos de ataque, la inversión de miles de millones de libras en drones, armas de largo alcance y defensa cibernética, así como una renovación urgente de la infraestructura militar y la formación de nuevas generaciones en temas de seguridad nacional.

Una revisión con sentido de urgencia

La revisión estratégica de defensa —la más ambiciosa en décadas, según expertos— fue liderada por George Robertson, ex secretario general de la OTAN, y comenzó tras la llegada de Starmer al poder. Sin embargo, se aceleró por los crecientes temores sobre el posible distanciamiento de Estados Unidos con respecto a Europa, especialmente si Donald Trump vuelve a la presidencia y mantiene su postura ambigua ante Rusia.

La guerra en Ucrania, los ciberataques constantes y la creciente presencia de fuerzas rusas cerca del Reino Unido han motivado esta estrategia. La revisión plantea aumentar la producción de municiones, modernizar el ejército y fortalecer alianzas, en particular con Estados Unidos y Australia mediante el pacto de seguridad Aukus.

Más armas, más preparación

El plan contempla la compra de 7 mil armas de largo alcance, una inversión de más de mil millones de libras en capacidades digitales y la creación de un nuevo comando de ciberseguridad. También se destinarán más de 1,500 millones de libras para renovar viviendas militares y así facilitar el reclutamiento, en un momento en el que el número de efectivos ha caído a niveles históricos.

Otra propuesta es educar a los jóvenes desde la escuela sobre el rol de las fuerzas armadas, aumentar el número de cadetes y preparar leyes para que, en caso de crisis, el gobierno pueda movilizar recursos privados y personal de reserva.

Dudas sobre el gasto y el papel de EE. UU.

A pesar del entusiasmo por fortalecer la defensa, el plan enfrenta preguntas sobre su viabilidad financiera. Starmer ha dicho que el gasto militar aumentará al 2.5% del producto interno bruto, pero no ha precisado cuándo se alcanzará ese objetivo ni de dónde saldrán todos los fondos.

La revisión también sugiere que el Reino Unido podría reducir su dependencia del llamado «paraguas nuclear» estadounidense, al considerar la compra de aviones capaces de lanzar armas nucleares tácticas.

Algunos expertos ven esto como una señal de que Londres ya no confía plenamente en el compromiso de EE. UU. con la seguridad europea. Según el analista Mike Martin, esta capacidad permitiría responder a una amenaza nuclear sin recurrir directamente a los submarinos británicos, los cuales están diseñados para ataques a gran escala.

Un cambio de visión

Este nuevo enfoque marca una ruptura con la estrategia del gobierno anterior, que apostaba por una relación más estrecha con Estados Unidos tras el brexit. En contraste, Starmer busca un equilibrio: seguir comprometido con la OTAN, pero también restablecer vínculos con la Unión Europea.

En un mundo con tensiones crecientes y alianzas menos seguras, el Reino Unido apuesta por una defensa más autónoma, robusta y lista para enfrentar los desafíos del siglo XXI.